miércoles, 13 de noviembre de 2024

Delirando con pan.

Ayer 12 de noviembre del 2024 un miembro del blog junto a su compañera estuvo en una cata de pan organizado por Escuela Materia en Madrid, situado en la calle Naranjo, 7. Al lado del metro de Tetuán. 

Una charla sobre tipos de cereal, composición de los mismos, tipos de harinas, fermentaciones, MASA MADRE,  levaduras, nutrición, etc. Degustación y valoración de diversos panes elaborados por ellos y su roscón de reyes que fue desde donde empezó todo. Padre e hijo.

Dos horas que se hicieron rápidas con lo que se aprende y disfruta. Un referente para aprender a hacer pan para aficionados y profesionales.

El precio de 25 euros por la cata te permite gastarlo posteriormente en su totalidad en sus tiendas situadas en la calle Juan Branvo,21; Profesor Waksman, 7 y en Naranjo 7 en Madrid.

Todo un referente del pan.

Ver también https://pandelirio.es/







martes, 12 de noviembre de 2024

Los cinco tipos de hambre

 https://elpais.com/gastronomia/el-comidista/2024-11-12/los-cinco-tipos-de-hambre-y-como-debemos-enfrentarnos-a-ellos.html

Todos sabemos lo que es tener hambre, pero quizá no conocemos tanto los mecanismos que la activan en nuestros cerebros y en el resto de nuestro cuerpo. Tu cerebro tiene hambre viene a cubrir ese vacío: en el libro, la farmacéutica y nutricionista Marián García (Boticaria García en las redes sociales) analiza las complejas razones que impulsan las ganas de comer. Con conocimiento científico y un estilo accesible y humorístico, García explora cómo el cerebro, los músculos, las hormonas y las emociones están involucrados en la gestión del apetito y la acumulación de grasa. También ayuda a entender la relación entre mente y cuerpo en la lucha contra el sobrepeso más allá de la simple falta de fuerza de voluntad o las consabidas recomendaciones de cuñado / gymbro para adelgazar (ya sabes: cierra el pico y come menos, haz ejercicio, etcétera).

La nutricionista habla de los cinco tipos de hambre que afectan al ser humano. El primero es el hambre fisiológica o “hambre-hambre”, que ocurre cuando el cuerpo necesita energía y nutrientes. Otro tipo es el hambre emocional, provocada por factores como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. El hambre ambiental surge por estímulos externos como olores o la vista de alimentos apetitosos, que despiertan el deseo de comer aunque estemos saciados. La hormonal está causada por la desregulación de hormonas como la leptina y la grelina, que controlan la saciedad y el apetito, mientras que el hambre denominada “Dragon Khan” se relaciona con los altibajos en los niveles de glucosa en sangre. ¿Qué mecanismos controlan estos tipos de hambre? ¿Cómo debemos responder a ellos? La propia Marián García lo explica en el enlace de arriba

jueves, 17 de octubre de 2024

¿Desde cuándo existe el bar de toda la vida?


Publicado en El País el 17 de octubre del 2024.

Ante su inminente colapso frente a importaciones de moda, nos lamentamos de la pérdida del bar de siempre, del bar español, del de toda la vida. Sin embargo, lo que hoy tenemos en mente como el prototípico bar de nuestra tierra no tiene ni medio siglo de historia.


España ha sido un país de tabernas, tradición que heredó de los romanos a través de los griegos gracias a la pasión de ambos por el vino. Y más tarde, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, las fondas empezaron a abrir por doquier. Pero comer fuera de casa no fue algo común hasta finales del siglo siguiente, cuando aparecen los grandes cafés. Como recuerda María Ángeles Samper en el capítulo que les dedica en Comer y beber, una historia de la alimentación en España (Cátedra, 2024), Jovellanos llamaba a los cafés “casas de conversación” por las charlas de todo tipo que allí se daban. En aquellos antiguos cafés, reservados para unos pocos pudientes, se servían dulces y pasteles, así como horchata, limonada, cafés y licores.


Eran lugares de “designios en juego, de necesidad de lucro, de descanso eludido, de alegrías estúpidas”, tal y como describía Joris-Karl Huysmans en De tout (1902) los cafés parisinos, de donde bebieron los históricos cafés españoles, como el Zurich, en Barcelona, o el Fornos, en Madrid. Pero aquellos cafés poco tienen que ver con el bar actual, que se inspiró en las cafeterías americanas, declinando primero en cafetines, botillerías y otros géneros hosteleros. Xavier Castro, parte del Institut Européen D’Histoire de L’Alimentation, explica que “el bar está entre la taberna y la cafetería americana moderna: reúne de los dos, es más popular, proteico, diverso y plural, y tiene de todo, desde cafés e infusiones a vinos y refrescos. Funde los dos conceptos”.


¿Cómo llega esa amalgama de conceptos hosteleros hasta nuestros días? “La cafetería americana está centrada en la barra, que es distinta que el mostrador del viejo café, un lugar que era operativo, donde se estructuraba el servicio. En cambio, la barra permite la consumición in situ, sobre o junto a los taburetes. Es, además, un espacio de interacción social, distinto a las mesas, donde esto era más difícil. Las barras sirven para entrar en contacto con la gente, ligar, mostrarse”, explica Castro. La barra se convirtió en el centro, en un sentido literal y, como señala Andrés Sánchez Magro en Tabernas de Madrid. Lo castizo en el siglo XXI (Almuzara, 2023), también metafórico: “Cualquier barra es el centro del mundo, de ese pequeño universo que las personas construimos para poder seguir andando por la vida”.





Así, se pasó del mostrador al escaparate, alumbrado por luces intensas y planas, con la banda sonora procedente ya no de un trío de violín, piano y chelo, sino de un jukebox o de la radio, y más tarde de la televisión, “característica única de los bares españoles, ya que esto no sucede en otros países de Europa”, apunta Castro, que afirma que fue la tele la que mató a la estrella de los cafés: la conversación entre la parroquia. Y si en el café acudía solamente la burguesía y la clase media y a las tabernas, los obreros, cuando el bar nació en los sesenta congregó tertulias interclasistas.


Por aquel entonces las tabernas persistían, con ejemplos míticos como Casa Labra y sus soldaditos de Pavía, bocados de bacalao rebozado y frito que conformaban la poca oferta sólida presente en este tipo de establecimientos. “Eran lugares donde se iba a beber vino, quizá algún licor como el anís, y se picaban aceitunas y otros encurtidos. Abundaba la precariedad y la falta de confort”, comenta Castro.


“Los bares y restaurantes españoles se han convertido en el lugar social primordial por antonomasia en España, con la comida como vínculo de unión para la sociedad, con una intensidad más fuerte que en muchos otros países”, dice Jorge González del Pozo, en España cocina su identidad. Cultura gastronómica y representaciones identitarias (Sílex, 2023). Sin lugar a dudas, los bares han contribuido a ello con una oferta vasta en horarios y variedad. De los primeros menús o platos del día instaurados en los años sesenta, se pasa a los bocadillos, sándwiches y hamburguesas de los snack bars, los bares americanos (todavía hay uno llamado tal que así, el Bar Americano de Barcelona, abierto en 1964) comidas rápidas para llenar el estómago en cualquier momento del día.


En el bar español definitivo, que se desarrolló y expandió en los años ochenta, predomina la oferta variada y hace las veces de cafetería para el desayuno y la meriendas, de cervecería y de taberna por las tardes y noches, de fonda para comer y para cenar, sea de menú o de tapas. “De esta manera, la palabra bar ya no significa nada porque no existe una distinción de contenido que sí había históricamente, pero que ahora han confluido en una miscelánea”, dice Castro.

A causa de la falta de relevo generacional, los bares de siempre han visto amenazada su supervivencia. Por suerte, las olas migratorias, en especial de la comunidad china, han encontrado en los traspasos de bares un negocio con el que ocupar la familia, a la par que han salvado espacios y recetas de caer en el más completo olvido. Hoy en día conviven con la singularización radical de la hostelería, es decir, con la cafetería de especialidad y la cervecería especializada en cerveza artesana, el restaurante de alta cocina, la barbacoa coreana y el hot pot chino, la tetería y el bar de té de burbujas, el irrefrenable brunch y los nuevos bares de siempre.

Publicado en El País

Barcelona - 17 OCT 2024 -

jueves, 29 de agosto de 2024

¿Por qué cocina los alimentos el calor?

 Para explicar lo que les hace la aplicación del calor a los alimentos, lo que normalmente llamamos “cocinado”, debo decir antes cómo están compuestos los alimentos.

La comida que consumimos contiene macronutrientes y micronutrientes. Los macronutrientes son los que van a suministrar a nuestro organismo la mayoría de la energía que necesita para funcionar y los principales son las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas. Por lo que respecta a los micronutrientes son principalmente vitaminas y minerales cuyo aporte también necesita nuestro cuerpo.


Ahora, para responder a la pregunta, hay que decir que el calor cocina los alimentos porque las altas temperaturas provocan en los macronutrientes cambios físicos y químicos. Estos cambios hacen que el alimento sea más fácil de masticar y más fácil de digerir. Además, desde el punto de vista organoléptico, es decir, lo que perciben nuestros sentidos, al aplicar calor a un alimento, cuando lo cocinamos, conseguimos que sea más atractivo porque adquiere mejor olor, mejor color y mejor sabor. Por último, el calor hace que los alimentos sean más seguros porque reduce la carga de microorganismos que contienen cuando están crudos.


Al aplicar calor a un alimento se produce desnaturalización de sus proteínas, lo que provoca cambios en la estructura original de esas proteínas. La desnaturalización hace que las proteínas cambien de aspecto, de consistencia y de volumen. Piensa en una carne o un pescado que son proteínas (músculo) cuando les sometemos al calor. Dependiendo de la temperatura y del tiempo que se aplique conseguimos un producto más duro o al revés, un producto que prácticamente se deshace, y eso ocurre porque las proteínas que lo forman se han desnaturalizado

Al aplicar calor, las grasas se oxidan y se funden. Esto hace, que el alimento adquiera un sabor y un olor más agradables y además, sea más fácil de masticar.

En cuanto a los hidratos de carbono, lo que ocurre con el calor es que los rompe y, por tanto, los ablanda. Por ejemplo, las fibras, que son hidratos de carbono de cadena compleja, al aplicarles calor se rompen. De esa forma son más fáciles de masticar, de tragar y de digerir. Piensa en cuando cocemos pasta, lo que buscamos es que se ablande por la acción del calor. Y eso ocurre así porque se han roto las cadenas de hidratos de carbono. Las fibras, como las alcachofas o los espárragos, son alimentos que en crudo no podemos consumir, pero con calor conseguimos que sus fibras se ablanden y se puedan masticar.


Todo esto que te he explicado hasta ahora es el efecto que tiene el calor sobre los alimentos, lo que llamamos cocinado. Pero hay algo más, al aplicar calor a un alimento, además de cocinarlo, puede verse afectado su contenido en vitaminas, minerales y otros compuestos que son sensibles a este tratamiento. Pero, en general, la aplicación de calor y cocinado de los alimentos, es una técnica segura y que ofrece grandes ventajas.


Rocío Alonso
Publicado en El País  28 AGO 2024 -