jueves, 22 de abril de 2021

¿Cuándo tomar un buen vino?

En soledad. 

Sin duda, es uno de los grandes placeres, esos momentos en los que una está consigo misma y alrededor hay silencio, calma. Si bien compartir un vino es un verdadero privilegio y un placer casi siempre, descorcharse un gran reserva en soledad puede ser un ejercicio de lo más placentero, precisamente por esa calma que pone sobre alfombra roja la oportunidad de meter la nariz en la copa y dejarse llevar, alargar el momento de tomar ese primer sorbo, de dejar que el vino inunde la boca poco a poco y empiece a agitar las papilas gustativas. Puede que un gemido escape de tu garganta… pero sin miedo, nadie te oye, estáis tú y tu vino.

Cuando llueve. El ambiente romántico que puede generarse cuando la lluvia golpea las ventanas y nosotros estamos dentro, calentitos, es perfecto para abrir un gran reserva y disfrutarlo en compañía de amigos o pareja. La complejidad de aromas y sabores, ese bouquet que se va haciendo más evidente cuando el oxígeno empieza a hacer su labor y despliega todo el potencial del vino es un momento delicioso si además se acompaña del sonido de la lluvia. Sí, fuera llueve ¿Y qué? Tengo el sabor confortable de este vino, su textura mullida que envuelve mi boca, su trago largo y pausado. Que llueva cuanto quiera.

Antes del sexo. Si hay un vino sensual por excelencia, ese (con permiso del champagne) es el vino gran reserva, da igual si es tinto, blanco o rosado. El propio concepto es ya en sí seductor: tiempo de espera, paciencia hasta que llega el momento perfecto para salir de la botella y servirse en la copa. Aromas que van desplegándose lentamente, desvelando una complejidad que susurra que nos acerquemos, que nos dejemos llevar. Después, el trago, esa sensación táctil de caricia, de mimo en la lengua, en la garganta… el paso, el recorrido, el deslizarse hasta desaparecer… El buen sexo no tiene por qué hacerse esperar, pero a veces la espera maximiza la experiencia, y pasa un poco así con los grandes reservas, por eso son una perfecta antesala para entregarse al placer de la carne, la saliva y la sal del sexo.

Con un buen libro. Al final, los momentos de pausa, unidos al ejercicio intelectual de la lectura, son también perfectos para acompañar con un gran reserva. Abrirse un libro, pasar las páginas y entregarse a la aventura de descubrir qué nos cuentan los autores con cada frase es una actividad muy “gran reserva friendly”, porque cada sorbo, intercalado con los momentos de lectura, irá siendo cada vez más embriagador, desvelando una nueva cara del mismo vino, intrigando un poquito más como podría intrigar una buena novela de suspense o un ensayo que nos abre los ojos e invita a reflexionar. Gran reserva y lectura son sinónimo de uno de los mayores lujos de los que gozar hoy en día en momentos de estrés y preocupación: son el lujo del tiempo, del tiempo para nosotros.

Con un queso añejo. Que no te la den con queso, dice la expresión. Y es verdad, muchas veces queso y vino, sobre todo si es tinto, no son la mejor elección para tomarlos juntos. Pero los grandes reservas también son blancos y espumosos, y así la cosa cambiaUn cava gran reserva, con notas oxidativas, especiadas, amieladas y de fruta madura, flores marchitas… y un queso potente y graso, complejo y complicado en el paladar, pueden ser una explosión de sabor si los mezclamos en las correctas proporciones. La magia de la burbuja, afinando la textura puntiaguda y agresiva del queso, hará maravillas convirtiendo a la pareja en una ganadora.

Con alguien a quien amas. La grandeza de un vino se mide, en parte, por su capacidad para aguantar el paso del tiempo. En el caso de los grandes reservas, se parte de un listón alto en este sentido. Son vinos especiales, irrepetibles, capaces de reflejar la complejidad y encantos de una excelente cosecha en el campo y la maestría de una crianza perfecta en la bodega. Por eso son perfectos, también, para agasajar, divertir, acompañar a las personas que más queremos, sean parejas, amigos a los que hace tiempo que no vemos, padres y madres, abuelos, hermanos o hermanas… el amor es, quizá, el mejor maridaje para un gran reserva.

Autor: Raquel Pardo.


De la web:sobremesa.es